miércoles, 6 de enero de 2016

Simplemente me encantas.

Me encanta tu locura,
me encanta verte sonreír al vació en esos momentos en los que estás ausentes, perdido en tu propia mente pensando en cosas irreales y cómicas porque así eres tú, y todo de ti me gusta, inclusive tus defectos.
Me encanta cuando te pones nervioso, y tus ojos largan chispas de electricidad y tus manos temblorosas como si fueran automáticas buscan las mías a ver si pueden detenerse.
Me encanta que no admitas nada por orgullo, aunque eso a llevado a un par caídas, unos de insultos desmedidamente fuertes en el metro y una que otra copa rota en cualquier restaurante de la ciudad. Seguramente allá fuera nos odian, ¿Pero que importa?
Me encanta que te quedes dormido a mitad de una película, sobre todo por la mayoría tu mismo las escogiste y yo no me quejo, ¡Y todo para babeare mi camisa favorita! A veces creo que tus ideas maliciosas son tan grande como tu estupidez, y ambas, mi querido amigo, son enormes.
Me encante que te desesperes por salir caminar en los días de lluvias, tu días favoritos, donde las personas se ocultan en sus casa y la ciudad es nuestra. También amo esos días.
Podría decir que am todo de ti, pero eso te convertirá en un héroe, un especie de divinidad para las mujeres hormonadas de este siglo y la esperanza de un príncipe azul.
Me encanta que detestes eso tanto como yo.
Simplemente me encantas.

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